El pan en casa tiene ahora un ingrediente secreto: Autodefensa alimentaria
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- Categoría: Cultura y Sociedad en Transición
- Última actualización: Domingo, 04 Agosto 2019 15:57

Hablar de las autodefensas nos remite a los grupos comunitarios organizados que defienden su territorio de quienes lo han violentado. En la Ciudad de México un grupo de personas decidió retomar esa idea para defender al cuerpo como un territorio propio desde un aspecto más cotidiano: la alimentación.
“La palabra ‘compañero/ compañera’ deriva de la idea de compartir el pan”, nos comentaron mientras dábamos forma a nuestra piezas.
Se trata de la cooperativa panadera autogestiva “Autodefensa alimentaria”, conformada por siete integrantes que se conjuntaron por el gusto de hacer pan, pero en el fondo sus intenciones van más allá de satisfacer el hambre: su esfuerzo busca fomentar alternativas saludables, comunitarias y deliciosas, en respuesta al crecimiento de las cadenas de panaderías que han marcado el gusto de los comensales hacia un pan industrializado y ha costado la desaparición de las viejas panaderías de barrio.

Talleres de pan para hacer comunidad
Bajo ese discurso, diez personas acudimos al Taller de Pan Artesanal, impartido por tres integrantes de la cooperativa quienes desde hace año y medio comenzaron a preparar y vender pan entre gente interesada en un consumo saludable y delicioso.
“Nuestra panadería es pequeña, pero nuestras intenciones son grandes. Nos interesa que se corra la voz sobre esta forma de compartir saberes y así podamos tener relación con otras cooperativas o productoras que truequean y colectivizan esfuerzos”, nos contaron mientras repartían los ingredientes para las cinco parejas que preparamos un kilo y medio de pan integral vegano en forma de pan de caja, pizzeta, bolillo relleno (o “vulvalillo”, que le llaman) y hamburguesa.

El harina, el aceite, la sal, la levadura y el agua tibia de avena fueron mezclados poco a poco por las manos de jóvenes universitarios; de docentes y profesionistas; y de mujeres mayores que no se cansan de aprender aunque sean expertas cocineras. “La palabra ‘compañero- compañera’ deriva de la idea de compartir el pan”, nos comentaron mientras dábamos forma a nuestra piezas.
“Autodefensa alimentaria” tiene dos frentes de acción: uno al sur de la ciudad, en el corazón de Villa Coapa y otro al norte, en Azcapotzalco. Los puntos de distribución se anuncian en su página de Facebook y recientemente se animaron a compartir su práctica en talleres de pan artesanal y pan medicinal.

Entre los panes que distribuyen están las hogazas de ajo, cúrcuma, espirulina, panes dulces rellenos de fruta de temporada, entre otros, elaborados con harina de trigo integral producido en San Salvador El Seco, Puebla, como una forma de apoyo entre pequeños productores.
De los hornos autogestivos de Argentina a México
Durante el proceso supimos que estar juntos esa tarde fue una repercusión lejana de la crisis ocurrida en 2001 en Argentina. ¿Cómo pudo conjuntarnos algo ocurrido a miles de kilómetros de distancia y casi dos décadas atrás?
En 2001 el estado argentino entró en su más grande crisis social y económica. Millones de habitantes lo perdieron todo por la corrupción del gobierno y banqueros. Protestas, despidos y pobreza marcaron la vida de los argentinos durante al menos dos años.

Entre las alternativas para sobrellevar esa crisis, algunas personas practicaron el trueque y la autogestión. La activista argentina Miriam Djeordjian estuvo entre ellas, aprendiendo a preparar el pan e intercambiándolo con otros productos entre sus vecinos. Años después, llegó a México y compartió su conocimiento sobre la preparación del pan integral casero con miembros de la Feria Multitrueke Mixhuca en la Ciudad de México, una comunidad que practica un sistema económico social y alternativo, y punto de origen de la cooperativa panadera..
Con el ritmo de vida acelerado que llevamos en las ciudades parece inconcebible la idea de meter las manos a la masa, sin embargo, la Autodefensa alimentaria es una invitación a apropiarnos de lo que comemos, a consumirlo y elaborarlo en colectivo. Sin duda, tomarse un tiempo para preparar nuestro propio pan es un acto de sabrosa resistencia.

Texto y fotos: Eunice Lozada Rosillo / Saberes son historias